El paciente que acude a consulta con un diagnóstico médico de hernia discal lumbar, suele seguir un tratamiento conservador al comienzo de la patología. Dicho tratamiento está formado por:
Tratamiento farmacológico. Compuesto por relajantes musculares, antiinflamatorios y analgésicos no estiroideos. Cuando el dolor es muy agudo y alguna raíz nerviosa está comprometida, está indicado el uso de corticoides estiroideos y/o opiáceos (6, 10). En algunos casos, se administran inyecciones de esteroides epidurales (5, 6).
Reposo. Se recomienda al paciente un reposo relativo y la abolición de actividades intensas que puedan aumentar la sintomatología.
Órtesis. Como las fajas lumbares que ayudan a distribuir la tensión del peso del torso y a evitar el crecimiento de la hernia discal (11).
Fisioterapia. Parte fundamental del tratamiento conservador, ayuda a disminuir la sintomatología y evita el posible avance de la hernia discal, o la aparición de una nueva. Numerosas son las técnicas usadas para disminuir la clínica del paciente:
- Termoterapia.
- Electroterapia.
- Terapia manual.
- Cinesiterapia e hidrocinesiterapia.
- Pilates.
- Vendaje neuromuscular.
- Punción seca y acupuntura.
- Técnicas de neurodinamia.
- Estiramientos.
- Ejercicio físico personalizado.
Si por desgracia la sintomatología no se reduce con el tratamiento conservador, existen más opciones para el tratamiento de una hernia discal:
Ozonoterapia. Se ha mostrado como una técnica alternativa y efectiva para el tratamiento de las hernias discales lumbares, así lo muestra el estudio de Calunga Fernández J.L et al (12), en él se muestra mejoría de la sintomatología y de las pruebas de imagen.
Tratamiento quirúrgico. Si no se detiene la sintomatología del paciente con ninguna técnica o tratamiento anterior, e incluso se agrava aún más, se recurre a este último recurso. Sin embargo, la tendencia en los últimos años ha sido recurrir a la cirugía de forma temprana, aun no habiendo evidencia científica que defienda su uso en vez del tratamiento conservador, como se observa en el estudio de Robaina-Padrón J.F (13).
Dicho estudio revela que se realizan y se han realizado operaciones quirúrgicas para el tratamiento de hernias discales lumbares, usando instrumentalización, sin que exista a día de hoy evidencia científica que respalde su uso (14). El estudio de Robaina-Padrón, sugiere una fuerte correlación entre los autores de los artículos en las revistas, las presentaciones en congresos y las empresas fabricantes de material. Afirma que existe un conflicto de interés ya que dichas empresas remuneran económicamente a los autores, dicha afirmación se encuentra en el estudio de Shah et al (15).
Cierto es, que la intervención quirúrgica es necesaria en algunos casos, los factores a tener en cuenta para recurrir ella son (16):
- Fallo del tratamiento conservador.
- Lumbociática recurrente que impide realizar vida habitual.
- Hernia discal en un canal estenótico.
- Recurrencia de déficit neurológico.
- Dolor extremo.
- Síndrome de cola de caballo.
- Déficit motor progresivo.